883 Sed siempre sinceros en vuestras palabras; nunca digáis mentiras; pues, además de ofender a Dios, perderíais la estimación de vuestros superiores y amigos.
884 Os recomiendo que seáis sinceros con vuestros superiores, no ocultándoles nunca vuestras faltas con disimulo, y aún menos negando haberlas cometido.
885 Decid siempre con franqueza la verdad, porque la falsedad os hace hijos del demonio, príncipe de la mentira, y os hará perder el honor y la reputación cuando vuestros superiores y compañeros lleguen a descubrir la verdad.
886 Por el fruto se conocerá, si hacéis buenas confesiones.