VIRTUD

 

964 No es el hábito el que honra al religioso, sino la práctica de la virtud.

965 Las diversiones mundanas traen siempre el riesgo de arruinar la virtud, especialmente la delicadísima virtud de la
castidad.

966 La primera virtud de un joven es la obediencia a su padre y a su madre.

967 Las buenas costumbres conducen a la virtud y nos dan una certeza moral de salvarnos.

968 Suelen alejar a un joven de la virtud: los malos compañeros, el exceso en el beber, el acaloramiento en el juego y
la costumbre de fumar.

969 Las virtudes que constituyen el más bello adorno de un joven cristiano son: la modestia, la humildad, la obediencia
y la caridad.

970 Los que verdaderamente quieren llegar a ser algo grande, necesariamente tienen que comenzar desde muy jóvenes
a abrazar el camino de la virtud.

971 La buena educación es el germen de muchas virtudes.

972 Es más importante una virtud constante, que las gracias extraordinarias.

973 Un joven que no es capaz de soportar una injuria sin venganza y que no es capaz de tolerar una reprensión, aunque
fuera injusta, de sus superiores, y más aún de sus padres, está muy atrasado en la virtud.

974 La obediencia es el camino menos difícil y el más seguro para adelantar en todas las virtudes.
975 Dios nunca abandona al joven virtuoso.

976 No podremos nunca pretender que nuestros dependientes practiquen la virtud que nosotros no ejercitamos. 

977 Donde hay castidad, allí estarán las demás virtudes, pues ella las atrae. Donde no hay castidad, las demás virtudes
desaparecen como si no existieran.

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